Secuelas de la guerra de Irak
Intervención militar no ha traído paz al sufrido país del GolfoLuchas interétnicas entre suníes y chiíes dividen la sociedad
Bagdad.
La intervención militar comenzó con un intenso ataque aéreo con “bombas
inteligentes” a los principales locales públicos del régimen de Saddam
Hussein.
Los iraquíes recordaron el último miércoles diez años del fin de la guerra de Irak en medio de una ola de atentados terroristas. Alrededor de cien iraquíes murieron en 48 horas como producto del ataque con 17 coches bomba reivindicado por Al Qaeda.
Si el objetivo
de la invasión estadounidense fue eliminar a los terroristas que
supuestamente formaban alianzas con el gobierno de Saddam Hussein,
entonces se puede decir que los diez años de intervención militar fueron
un fracaso porque no le ha traído paz al país árabe.
Tal
vez la mejor forma de evaluar la intervención de Estados Unidos en Irak
es a través de los principios del militar prusiano Carl Von Clausewitz,
considerado uno de los más importantes teóricos de los conflictos
armados modernos.
Clausewitz sostenía que “la
guerra era la continuación de la política por otros medios” y que “toda
guerra debía cumplir objetivos políticos. Caso contrario, la
conflagración era una carnicería sin sentido”.
Con
esta premisa, nos podemos preguntar cuál fue el objetivo político de la
intervención estadounidense. Sin duda, convertir a Irak en una
democracia, un aliado político de Estados Unidos que comparte los mismos
intereses en la explotación petrolera y en la creación de una región
pacífica en Medio Oriente.
La paz imposible
La
intervención militar estadounidense, que se justificó inicialmente con
la información falsa que el régimen de Hussein tenía armas de
destrucción masiva, costó la vida de al menos 100 mil iraquíes y 4,488
estadounidenses, según la ONG Iraq Body Count, que trabaja con
información documentada de los fallecidos. Un estudio de la Universidad
de Brown señala que murieron 189 mil personas, incluyendo el personal
militar. Las víctimas mortales indirectas superarían las 500 mil.
No
obstante recibir armamento sofisticado de Estados Unidos, las nuevas
fuerzas iraquíes no han podido derrotar a los grupos armados que
continúan empleando tácticas terroristas para enfrentar al gobierno del
primer ministro Nuri al Maliki. Una prueba de que el conflicto armado
continúa es que Iraq Body Count registra 295 muertos en estos 20 días de
marzo. Es decir, un promedio de casi 15 muertos por día.
Democracia limitada
Como
decía el politólogo Samuel Huntington en su libro La tercera ola,
procesos de democratización a finales del siglo XX, los países que
tienen más dificultad para alcanzar la democracia son aquellos que no
han tenido experiencia alguna en este tipo de gobierno. Este es el caso
de Irak.
Ante el resentimiento de chiíes y
curdos contra suníes, tras décadas de dominación política, los partidos
nunca llegaron a consolidarse como proyectos nacionales. Los partidos
iraquíes siempre han insistido en agruparse siguiendo criterios étnicos y
religiosos, lo cual impide la formación de una verdadera unidad
nacional. Por ejemplo, el primer ministro Nuri al Maliki se enfrenta hoy
al poderoso clérigo chií Moqtada Al Sadr.
El
problema se agrava cuando grupos extremistas de ambas partes utilizan el
terrorismo en su lucha, con la colocación de coches bomba en colegios,
universidades, parques y mercados públicos.
Ni
una factura de 1.7 billones de dólares de gasto –lejos de los 60,000
millones de dólares presupuestados en un principio– ha traído
estabilidad política a Irak.
Interés petrolero
Para
la mayoría de analistas, la explicación de por qué Estados Unidos
invadió Irak es clara. Se debe a los intereses de controlar el enorme
potencial energético que tiene el país de Medio Oriente. Diez años más
tarde, se puede afirmar que EE UU no es su principal inversionista y que
naciones como China, Rusia, Francia e India sacan más provecho del
petróleo iraquí.
ExxonMobil es la única
petrolera estadounidense con concesiones importantes, ya que el mismo
gobierno de Nuri al Maliki ha bloqueado el acceso de las petroleras a la
primera potencia mundial. Más provecho han sacado la francesa Total, la
rusa Lukoil o la china Petrochina, esta última obtiene 1.4 millones de
barriles al día.
La premisa “nadie sabe para
quién trabaja” se puede cumplir aquí, ya que EE UU saca hoy 14.3
millones de barriles mensuales, lejos de los 22 millones que obtenía
durante gran parte del gobierno de Saddam Hussein.
En
conclusión, EE UU ha logrado parcialmente los principales objetivos que
se trazó en 2003 cuando el presidente George W. Bush decidió intervenir
militarmente Irak. El gobierno de Nuri al Maliki debe soportar la
arremetida de los grupos subversivos, mientras que las disputas
interétnicas impiden la formación de un real gobierno de unidad
nacional. Por tal motivo, la guerra es considerada un fracaso o, al
menos, un pírrico triunfo.
Qué hacen hoy los actores de la ofensiva
George W. Bush
Hoy,
el exmandatario, que acaso pensara dejar un rastro en la historia al
tomar esa decisión, no juega ningún papel político en Estados Unidos y
mucho menos a escala mundial. De 66 años de edad, Bush vive retirado en
Texas y recientes revelaciones dejan entender que estaría dedicado a la
pintura.
Tony Blair
El
ex primer ministro británico admitió, en una entrevista que concedió a
la BBC el mes pasado, que "hace ya mucho tiempo" que desistió de
convencer a la opinión pública de que el apoyo que dio a George W. Bush
en la guerra de Irak fue "la decisión correcta". De 59 años de edad, el
político laborista, que abandonó sus funciones en 2007, funge
actualmente como enviado del Cuarteto para Medio Oriente.
Dick Cheney
Al
exvicepresidente estadounidense Dick Cheney no le interesa la
popularidad al punto de sostener que "si usted pretende que lo quieran,
dedíquese al cine", señaló en cierta ocasión. Aún hoy, Cheney, de 72
años de edad, continúa creyendo que Saddam Hussein estaba efectivamente
desarrollando un programa para dotarse de armas de destrucción masiva y
defiende el recurso de los militares estadounidenses de la tortura como
método de interrogatorio.
Donald Rumsfeld
El
exsecretario de Defensa estadounidense fue durante la guerra de Irak
una inesperada estrella mediática. Sin embargo, para algunos generales
retirados, la planificación de la guerra por Rumsfeld fue "desastrosa".
El exfuncionario ofreció su renuncia una vez que se conocieron los
abusos cometidos por los soldados estadounidenses en la cárcel iraquí de
Abu Ghraib, pero George W. Bush se la rechazó. Sin embargo, terminó
abandonando sus funciones en 2006. Hoy tiene 80 años.
Paul Wolfowitz
Es
analista en un grupo de reflexión. Admitió que el argumento de la
existencia de armas de destrucción masiva en Irak fue un pretexto
utilizado para recoger el máximo posible de apoyo a la intervención
armada. Tras dejar el Pentágono, Wolfowitz, de 69 años, fue presidente
del Banco Mundial, pero debió renunciar al cargo en 2007 luego de haber
sido acusado de favorecer a algunos de sus allegados políticos.
Datos
Según
la encuestadora Gallup, al inicio de la guerra, en 2003, el 70% de los
estadounidenses apoyaba la iniciativa militar. La tendencia se revirtió
hasta que en 2008 el 63% de los estadounidenses lo consideró un error.
Hoy,
el 53% de los estadounidenses cree que su país "cometió un error
enviando tropas a luchar en Irak", mientras que el 42% considera que no
lo fue.
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