domingo, 24 de marzo de 2013

Balance. Se cumple diez años del inicio de un polémico conflicto armado que dividió a la opinión pública mundial


Secuelas de la guerra de Irak

Intervención militar no ha traído paz al sufrido país del Golfo

Luchas interétnicas entre suníes y chiíes dividen la sociedad


                        
Bagdad. La intervención militar comenzó con un intenso ataque aéreo con “bombas inteligentes” a los principales locales públicos del régimen de Saddam Hussein.
Escribe Fabián Vallas T.

Los iraquíes recordaron el último miércoles diez años del fin de la guerra de Irak en medio de una ola de atentados terroristas. Alrededor de cien iraquíes murieron en 48 horas como producto del ataque con 17 coches bomba reivindicado por Al Qaeda.

Si el objetivo de la invasión estadounidense fue eliminar a los terroristas que supuestamente formaban alianzas con el gobierno de Saddam Hussein, entonces se puede decir que los diez años de intervención militar fueron un fracaso porque no le ha traído paz al país árabe.

Tal vez la mejor forma de evaluar la intervención de Estados Unidos en Irak es a través de los principios del militar prusiano Carl Von Clausewitz, considerado uno de los más importantes teóricos de los conflictos armados modernos. 

Clausewitz sostenía que “la guerra era la continuación de la política por otros medios” y que “toda guerra debía cumplir objetivos políticos. Caso contrario, la conflagración era una carnicería sin sentido”.

Con esta premisa, nos podemos preguntar cuál fue el objetivo político de la intervención estadounidense. Sin duda, convertir a Irak en una democracia, un aliado político de Estados Unidos que comparte los mismos intereses en la explotación petrolera y en la creación de una región pacífica en Medio Oriente.    
 
La paz imposible

La intervención militar estadounidense, que se justificó inicialmente con la información falsa que el régimen de Hussein tenía armas de destrucción masiva, costó la vida de al menos 100 mil iraquíes y 4,488 estadounidenses, según la ONG Iraq Body Count, que trabaja con información documentada de los fallecidos. Un estudio de la Universidad de Brown señala que murieron 189 mil personas, incluyendo el personal militar. Las víctimas mortales indirectas superarían las 500 mil.

No obstante recibir armamento sofisticado de Estados Unidos, las nuevas fuerzas iraquíes no han podido derrotar a los grupos armados que continúan empleando tácticas terroristas para enfrentar al gobierno del primer ministro Nuri al Maliki. Una prueba de que el conflicto armado continúa es que Iraq Body Count registra 295 muertos en estos 20 días de marzo. Es decir, un promedio de casi 15 muertos por día.
 
Democracia limitada

Como decía el politólogo Samuel Huntington en su libro La tercera ola, procesos de democratización a finales del siglo XX, los países que tienen más dificultad para alcanzar la democracia son aquellos que no han tenido experiencia alguna en este tipo de gobierno. Este es el caso de Irak.

Ante el resentimiento de chiíes y curdos contra suníes, tras décadas de dominación política, los partidos nunca llegaron a consolidarse como proyectos nacionales. Los partidos iraquíes siempre han insistido en agruparse siguiendo criterios étnicos y religiosos, lo cual impide la formación de una verdadera unidad nacional. Por ejemplo, el primer ministro Nuri al Maliki se enfrenta hoy al poderoso clérigo chií Moqtada Al Sadr.

El problema se agrava cuando grupos extremistas de ambas partes utilizan el terrorismo en su lucha, con la colocación de coches bomba en colegios, universidades, parques y mercados públicos.

Ni una factura de 1.7 billones de dólares de gasto –lejos de los 60,000 millones de dólares presupuestados en un principio– ha traído estabilidad política a Irak.
 
Interés petrolero

Para la mayoría de analistas, la explicación de por qué Estados Unidos invadió Irak es clara. Se debe a los intereses de controlar el enorme potencial energético que tiene el país de Medio Oriente. Diez años más tarde, se puede afirmar que EE UU no es su principal inversionista y que naciones como China, Rusia, Francia e India sacan más provecho del petróleo iraquí.

ExxonMobil es la única petrolera estadounidense con concesiones importantes, ya que el mismo gobierno de Nuri al Maliki ha bloqueado el acceso de las petroleras a la primera potencia mundial. Más provecho han sacado la francesa Total, la rusa Lukoil o la china Petrochina, esta última obtiene 1.4 millones de barriles al día.

La premisa “nadie sabe para quién trabaja” se puede cumplir aquí, ya que EE UU saca hoy 14.3 millones de barriles mensuales, lejos de los 22 millones que obtenía durante gran parte del gobierno de Saddam Hussein.

En conclusión, EE UU ha logrado parcialmente los principales objetivos que se trazó en 2003 cuando el presidente George W. Bush decidió intervenir militarmente Irak. El gobierno de Nuri al Maliki debe soportar la arremetida de los grupos subversivos, mientras que las disputas interétnicas impiden la formación de un real gobierno de unidad nacional. Por tal motivo, la guerra es considerada un fracaso o, al menos, un pírrico triunfo.

Qué hacen hoy los actores de la ofensiva

George W. Bush
Hoy, el exmandatario, que acaso pensara dejar un rastro en la historia al tomar esa decisión, no juega ningún papel político en Estados Unidos y mucho menos a escala mundial. De 66 años de edad, Bush vive retirado en Texas y recientes revelaciones dejan entender que estaría dedicado a la pintura.
 
Tony Blair
El ex primer ministro británico admitió, en una entrevista que concedió a la BBC el mes pasado, que "hace ya mucho tiempo" que desistió de convencer a la opinión pública de que el apoyo que dio a George W. Bush en la guerra de Irak fue "la decisión correcta".  De 59 años de edad, el político laborista, que abandonó sus funciones en 2007, funge actualmente como enviado del Cuarteto para Medio Oriente.
 
Dick Cheney
Al exvicepresidente estadounidense Dick Cheney no le interesa la popularidad al punto de sostener que  "si usted pretende que lo quieran, dedíquese al cine", señaló en cierta ocasión. Aún hoy, Cheney, de 72 años de edad, continúa creyendo que Saddam Hussein estaba efectivamente desarrollando un programa para dotarse de armas de destrucción masiva y defiende el recurso de los militares estadounidenses de la tortura como método de interrogatorio.
 
Donald Rumsfeld
El exsecretario de Defensa estadounidense fue durante la guerra de Irak una inesperada estrella mediática. Sin embargo, para algunos generales retirados, la planificación de la guerra por Rumsfeld fue "desastrosa". El exfuncionario ofreció su renuncia una vez que se conocieron los abusos cometidos por los soldados estadounidenses en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, pero George W. Bush se la rechazó. Sin embargo, terminó abandonando sus funciones en 2006. Hoy tiene 80 años.
 
Paul Wolfowitz
Es analista en un grupo de reflexión. Admitió que el argumento de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak fue un pretexto utilizado para recoger el máximo posible de apoyo a la intervención armada. Tras dejar el Pentágono, Wolfowitz, de 69 años, fue presidente del Banco Mundial, pero debió renunciar al cargo en 2007 luego de haber sido acusado de favorecer a algunos de sus allegados políticos.

Datos

Según la encuestadora Gallup, al inicio de la guerra, en 2003, el 70% de los estadounidenses apoyaba la iniciativa militar. La tendencia se revirtió hasta que en 2008 el 63% de los estadounidenses lo consideró un error.

Hoy, el 53% de los estadounidenses cree que su país "cometió un error enviando tropas a luchar en Irak", mientras que el 42% considera que no lo fue.

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