Gerardo Lissardy BBC Mundo, Brasil |
La pugna por el reparto del dinero del
petróleo en Brasil ha agitado en Río de Janeiro el fantasma de perder
parte del brillo que la ciudad recobró en la escena mundial y volver a
enfrentar algunos problemas del pasado.
La presidenta brasileña, Dilma
Rousseff, debe decidir este viernes si promulga o veta una ley sobre el
reparto de las regalías del petróleo que, para el gobernador estatal de
Río, amenaza su capacidad de organizar el Mundial de Fútbol de 2014 y
los Juegos Olímpicos de 2016.
Las advertencias de Sérgio Cabral y otros
políticos locales parecen tocar un nervio sensible para muchos en esta
ciudad donde, según la policía, 200 mil personas se manifestaron en el
centro el lunes para pedir a Rousseff que vete la ley.
En momentos en que los cariocas renuevan el
orgullo por su "Cidade Maravilhosa", con logros económicos, sociales y
de seguridad, la situación plantea una pregunta de fondo: ¿Cuán firmes
son esas conquistas para Río?
"Violenta y catastrófica"
La idea de que el lugar especial de Río en Brasil se encuentra amenazado está lejos de ser una novedad aquí.
La ciudad famosa por sus playas oceánicas y
morros supo tener un pasado de grandeza como capital, del reino de
Portugal primero y brasileña después de la independencia del país
sudamericano.
Pero Río perdió ese estatus en 1960, cuando la
capital federal pasó a Brasilia, mientras que Sao Paulo se consolidó
como el principal centro económico y financiero de Brasil.
En las décadas siguientes, Río vivió una
pesadilla de desidia, corrupción y crimen que le dieron fama de
"violenta y catastrófica", define Rafael Soares Gonçalves, un urbanista e
historiador carioca, al ser consultado por BBC Mundo.
Ciudad "vitrina"
Sin embargo, las perspectivas cambiaron para Río con el arranque de este siglo.
Brasil inició un período de progreso económico y
en 2007 anunció el hallazgo de grandes reservas de petróleo en las
costas de Sao Paulo y Río de Janeiro, que concentra buena parte de la
industria brasileña del crudo.
Esas reservas bajo gruesas capas de roca y sal
en el Atlántico, llamadas "pre-sal", podrían hacer de Brasil uno de los
mayores productores mundiales de petróleo, aunque explotarlas aún supone
un gran desafío tecnológico.
"Eso torna inviable la Copa (de fútbol), las Olimpíadas, el pago a pensionistas, jubilados y la deuda. Es la bancarrota del estado"
Sérgio Cabral Filho, gobernador de Río de Janeiro
A eso se sumó la elección de Río como una de las
sedes del Mundial 2014 y como primera ciudad olímpica de Sudamérica
para los Juegos de 2016.
La ocupación policial de varias favelas donde
mandaban bandas de narcos armados ayudó a mejorar el clima de seguridad
en Río, que contrasta con la ola de violencia que sufre Sao Paulo a
pesar de sus grandes retos pendientes en esta materia.
La belleza paisajística carioca fue reconocida
por la Unesco como patrimonio mundial este año, cuando la ciudad también
recibió la cumbre de la ONU de desarrollo sostenible.
"Es como que milagrosamente se ve que Río
continúa de cierta manera como vitrina del país. Esto es impresionante, a
pesar de que no somos más la capital y no tenemos el peso económico de
Sao Paulo", dice Soares Gonçalves, del laboratorio de estudios urbanos y
socio ambientales de la Pontificia Universidad Católica de Río
(PUC-Rio).
Todo esto ayudó a mejorar la estima de los habitantes de Río por su ciudad.
"Hubo una recuperación del orgullo carioca en
los últimos años", afirma Simoni Lahud Guedes, una antropóloga social de
la Universidade Federal Fluminense (UFF) en diálogo con BBC Mundo.
Alerta de bancarrota
Pero la promesa de grandes ganancias por la
explotación de las reservas del pre-sal también colocó a Río en una
disputa con otros estados brasileños que carecen de petróleo, tienen
importantes necesidades y creen justo repartir esas riquezas.
La ley votada en el Congreso busca distribuir
las regalías del crudo a nivel nacional, lo que según el gobernador
Cabral causaría "un colapso en las finanzas públicas del estado" de Río,
con pérdidas estimadas en unos US$1.600 millones para 2013.
"Eso torna inviable la Copa (de fútbol), las
Olimpíadas, el pago a pensionistas, jubilados y la deuda. Es la
bancarrota del estado", alertó Cabral este mes, según informó el diario O Estado de Sao Paulo.
Esta afirmación fue cuestionada por el ministro
brasileño de Deportes, Aldo Rebelo, quien sugirió que relacionar esos
eventos deportivos con el debate por el dinero del petróleo carece de
sentido.
Retórica y realidad
Además de exhibir las diferencias de prioridades
que Río tiene hoy respecto a otras partes de Brasil, la polémica
sugiere que para las autoridades del estado algunos logros recientes son
frágiles o reversibles.
Durante la manifestación del lunes, promovida
por el gobierno de Río y en la que también participó el alcalde de la
ciudad, Eduardo Paes, hubo incluso advertencias sobre un eventual
deterioro de la seguridad.
"¿Ya imaginaron si Río vuelve a tener aquellos
casos de violencia como antes?", preguntó un locutor del acto céntrico,
según informó el portal de noticias Terra.
Ignacio Cano, un sociólogo del laboratorio
análisis de la violencia en la Universidad Estatal de Río de Janeiro
(UERJ) cree que en todo esto se mezclan elementos retóricos con
argumentos válidos.
"Se amenaza con una catástrofe para que Brasilia reaccione", le explica a BBC Mundo.
Pero agrega que "algunos de los cambios que
estamos viviendo tienen que ver con los recursos", incluida una mayor
inversión en seguridad.
"En la medida en que los recursos disminuyan,
eso puede comprometer la consolidación de los cambios", concluye. "Los
cambios pueden revertirse, pero no sólo por el petróleo".
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