Jueves, 29 de noviembre de 2012 | 4:30 am
“Mis padres durmieron tranquilos desde que les hice saber que en el
periódico ganaba bastante para sobrevivir. No era cierto. El sueldo
mensual de aprendiz no me alcanzaba para una semana”, cuenta Gabriel
García Márquez.
El Gabo periodista pasa estrecheces, pone los pies sobre la mesa y
fuma un cigarro tras otro, pero también redacta unos textos inmaculados.
Impecables como pequeños Macondos.
La columna diaria, el olor a tinta, la crónica y la actualidad
habían entrado para quedarse. Tiene solo 23 años y El Heraldo, un
pequeño periódico de Barranquilla en el que se estrena, ya le dedica una
columna en la contraportada para anunciar su fichaje.
El periodismo del escritor colombiano Gabriel García Márquez es
“literatura con la vida adentro”, explica el director de la Fundación
Nuevo Periodismo (FNPI), Jaime Abello, quien publica una antología de
las crónicas, reportajes y columnas de toda una vida escritas por el
Nobel, que se presenta este martes en la Feria Internacional del Libro
de Guadalajara (FIL).
ABANDONA DERECHO
Gabo abandona los estudios de Derecho, que no le gustan, y entra en
una redacción. “Aquí descubre que el periodismo le obliga a escribir
todos los días pero también descubre la calle, la vida”, explica Abello.
“El periodismo ha sido un elemento fundamental de su formación, de
su estructura espiritual, por decirlo así, por eso es que él
incesantemente lo agradece, lo reconoce, lo promueve, lo pone como
referencia, es porque él mismo sabe cuánto le debe al periodismo”,
señala el editor de Gabo periodista. Antología de textos periodísticos
de Gabriel García Márquez (Conaculta, México).
El libro contiene algunos de sus mejores relatos, una de las escasas
entrevistas con su mujer, Mercedes Barcha, decenas de fotos extraídas
del álbum familiar y escritos periodísticos seleccionados por Jon Lee
Anderson, Martín Caparrós, Alma Guillermoprieto, María Elvira Samper,
Sergio Ramírez y Antonio Muñoz Molina, entre otros. Todo un lujo en 512
páginas.
MAESTRO DE periodismo
Un libro que se lee como un manual de autoayuda para periodistas con
crisis vocacional, o para jóvenes en busca de su secuestrado y su
náufrago con el que repetir una de las series más brillantes de la
historia aparecidas en papel prensa.
Que Gabo es periodista y todo lo demás llegó después lo demuestran
algunas perlas que, muchos años más tarde, merecen ser colgadas en las
paredes de cualquier redacción: “Hay una contradicción, porque cuando el
periódico se hacía de forma manual, a máquina de escribir y en
linotipo, quedaba tiempo para todo. Ahora, en la época de las
computadoras, no alcanzan las horas”, dijo hace años en una entrevista.
FALSO DILEMA
O esta otra, tan vigente: “los periódicos han priorizado el
equipamiento industrial y material pero han invertido muy poco en la
formación de los periodistas. La calidad de la noticia se ha perdido por
culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia”.
El director de la Fundación Nuevo Periodismo (FNPI) coincide con
Gabo en el gusto por la crónica y el reportaje ahora que los géneros
parecen licuarse entre sí. “El reportaje no es, ni mucho menos, el
periodismo. Pero siempre hay que pensar que al lector le gustará leer
una historia completa, alentada por una narrativa de sabor literario”.
Ahora que el Twitter se ha convertido en la fuente de información
para millones de personas, Gabo parece seguir en una redacción cuando
dice que “el mejor periodista no es el que da la noticia primero, sino
el que la da mejor”.
Tal vez por eso entró con 23 años en aquella modesta redacción de Barranquilla de la que ya no volvió a salir.
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