"El Padrino" vuelve: diez razones para verla en el cine 40 años después
La película de Francis Ford Coppola ha sido reestrenada por su aniversario. Acá los motivos para ir a verla
(AP)
ÁNGEL HUGO PILARES (@angelhugo)
Redacción online
Redacción online
“El Padrino”
entró a la historia del cine en la penumbra cinematográfica de una
habitación de la mansión de Vito Corleone. La película que retrató la
historia de una familia de la mafia se volvió, con los años, en una
película de culto que terminó de elevar a Marlon Brando a la calidad de leyenda y que abrió el camino de un menospreciado Al Pacino
en el cine de Hollywood. Pero más que eso, la cinta es un clásico para
los que disfrutamos del cine. ¿Quieres volver a verla? Acá los motivos.
1. Por Don Corleone. Desde aquella primera escena
en la que un atribulado Bonasera acude a él pidiendo que los que
agredieron a su hija sufran sin clemencia, hay algo que nos perturba y
atrae en la imagen de Marlon Brando:
su aparente calma para tratar negocios, su concepción de la justicia,
sus arranques de furia ante la necedad de Johnny Fontaine y su ternura
al jugar con su nieto antes de morir acaban por ser fundamentales para
definirlo. Aunque su creación no solo fue obra de Mario Puzo, sino de un
actor que supo darle vida embetunando su cabello, colocándose un par de
algodones en las mejillas, impostando una voz apagada, jugando con
gajos de naranjas y cogiendo un gato que andaba en el set para darle una
apariencia temible a un personaje que encubría sus acciones ilegales
con la importación de aceite de oliva. Y lo logró.
2. Por Marlon Brando.
El papel de Brando no solo le valió un Óscar, sino que también es un
hito porque logró lo imposible: domesticar por seis semanas al actor con
el ego más grande de Hollywood. Cuando la Paramount se enteró de que
Coppola lo quería para el papel principal, puso el grito en el cielo y
los productores pusieron condiciones a las que el divo no estaba
acostumbrado: no podía cobrar hasta que no acabara su trabajo, se le
descontarían los gastos procedentes de sus caprichos y tenía que
someterse a un casting, en el que ensayó aquella mítica primera escena.
Su actuación fue brillante, pero cuando recibió el premio de la
academia, hizo gala de su mal carácter: la noche de la entrega de los
premios Brando no asistió y quien subió al escenario del Dorothy
Chandler Pavilion fue una india americana llamada Sacheen Littlefeather
que rechazó el trofeo y lanzó este estremecedor discurso: “Cuando los
indígenas depusieron las armas, los matamos, los sometimos, los
engañamos y los echamos de sus tierras. Los convertimos en mendigos en
un continente que proveía a todos desde que la mente puede recordar”.
3. Porque casi no se realiza. A Francis Ford Coppola
casi lo despiden cinco veces: cuando eligió al caprichoso Brando para
el papel principal, cuando se retrasó, cuando pidió rodar una parte en
Sicilia, cuando voló de su presupuesto original (sextuplicó el millón de
dólares que le habían entregado originalmente y filmó 24 días más de lo
acordado) y cuando dijo que quería una película de más de tres horas de
duración. Si Coppola superó todos esos problemas, vale la pena verla.
4. Por La Familia. En la película nunca se habla de la mafia. La leyenda cuenta que un día, Mario Puzo y Francis Ford Coppola
recibieron la visita de dos individuos elegantemente vestidos y de
actitud respetuosa que les soltaron una petición que podría llenar de
miedo a cualquiera: “Sabemos que están trabajando en una película sobre
unos negocios en Nueva York… por su bien, y por el de la cinta,
esperamos que no se mencionen palabras como Mafia, Cosa Nostra o alguna
similar…” Al final no fue necesario hacerlo: se encontró en “La Familia”
a una institución que representaba fielmente aquellos negocios y hasta
se dice que algunos de los italianos que actuaron en papeles secundarios
eran parte de la mafia del sindicato de actores. No por nada, cuando
Tom Hagen va donde el productor cinematográfico Woltz para pedirle un
papel para Johnny Fontaine, menciona que puede ayudarlo evitándole
problemas con el gremio.
5. Por la familia. Quitémosle lo mafioso a la
familia Corleone y casi tendríamos a un clan modelo en el que todos sus
integrantes se apoyan pase lo que pase: el hijo deja de lado su futuro
para vengar al padre, el hermano defiende a la hermana contra los abusos
del esposo, el padre que cuida de los hijos aún cuando hagan cosas que
vayan contra sus dictámenes. “El Padrino”
es, aunque podamos intentar negarlo, también el retrato de lo que
muchos querrían: ser un tipo adinerado y sin apellido que se ha
infiltrado en las altas esferas del poder y que es respetado por ellas.
6. Porque es una lección de cine. Coppola
contó en el Festival Internacional de Cine de Marrakech que una de las
primeras cosas que hizo una vez que completó a su equipo de actores fue
reunirlos en un restaurante acondicionado como si fuera el comedor de
una casa y les dijo a los actores que se trataría de una sencilla sesión
de improvisación en la que solo debían tener hambre. En el lugar, cada
uno entró en su papel de inmediato: Marlon Brando,
el actor al que todos los demás admiraban, recibió la cabecera de la
mesa. James Caan (Sonny Corleone) trataba de impresionarlo con bromas y Al Pacino
(Michael Corleone) intentaba hacer lo propio “mostrándose intenso y
silencioso”. Talia Shire, que interpreta a la golpeada hija de Corleone,
solo servía pasta, mientras Francis Ford Coppola se regodeaba pensando
en que ya tenía listos a sus actores.
7. Porque no solo se trata de poder. La vida del
mafioso no solo se trata de balas, negocios turbios y traiciones.
Coppola dice que si pudiera resumir los 175 minutos de la película en
una palabra, sería “sucesión”. En el fondo, hay que decirlo, la historia
de “El Padrino”
no es la historia del mafioso Vito, sino la de Michael: el hijo que
debe tomar el lugar del padre aunque eso represente dejar de lado sus
posibilidades de abandonar el mundo del hampa. Michael Corleone era un
héroe de guerra hasta el momento en que “El Turco” Sollozzo manda
acribillar al viejo, lo que provoca que el joven cobre venganza
metiéndole un tiro entre las cejas y huyendo a Italia. A su regreso, con
su hermano Sonny muerto en la balacera más cruel de la historia del
séptimo arte, el pobre Michael debe tener su bautizo de sangre ordenando
el asesinato de las familias rivales. ¿Ven que no solo se trataba de
balas?
8. Porque no es solo una película de mafiosos. “El Padrino”
resucitó un género que parecía imposible de sacar de aquellos clichés
de los tipos con ametralladoras que negociaban licor durante la Gran
Depresión. Gracias a él tenemos genialidades como “Los Intocables”,
“Scarface”, “Carlitos Way” y un largo etcétera. Con la película los
directores se dieron cuenta de que no se trataba de disparos, sino de
personajes y de familias. Y su herencia sigue hasta hoy.
9. Por las frases. Desde el inicial “Creo en América”, en pantalla negra, “El Padrino”
coloca frases que han quedado grabadas a fuego en el imaginario
colectivo: “Mi padre le hizo una oferta que no pudo rehusar” (Michael
Corleone), “Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia”
(Vito Corleone), “Algún día, y ese día puede que no llegue, acudiré a ti
y tendrás que servirme” (Vito, de nuevo). Todas son imprescindibles. A
eso, súmale la música de Nino Rota que ha sido versionada hasta por
Slash.
10. Porque vuelve a la pantalla grande y, para los que no hemos podido verla en una sala de cine, esa es una oferta que no podemos rechazar.
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