viernes, 7 de septiembre de 2012

Los caviares

                                    César Hildebrandt: "A los caviares, ¡uníos!"

Hildebrandt arremete contra los 'coyotes'.
Hildebrandt arremete contra los 'coyotes'.
Periodista se llama a sí mismo 'caviar' y dice que no tiene nada de malo serlo.
"Estoy con los caviares porque siempre serán mejore que los coyotes que se les enfrentan".
Bajo esta premisa, César Hildebrandt opina hoy en su columna 'Matices', en la cual defiende a las personas que son calificadas con este término.
Como se recuerda, hace unos días, el apelativo 'caviar', que se usa para cuestionar la supuesta sensibilidad social de las personas de alto nivel socioeconómico, salió a la luz en plena exposición de la Defensa del Estado ante la Corte IDH.
"No es un pecado tener un vida decente y desear que los demás también la puedan tener (...) Lo que es de pésimo gusto es creer que los privilegios basados en la explotación de las personas y de los recursos deben ser defendidos a balazos, y eso piensan los coyotes que odian a los caviares", agrega.
Luego señala que el caviarismo es bueno porque "reflexiona sobre lo que pasaría si el mundo invirtiera la décima parte de lo que se gasta en armas para aliviar las consecuencias de las hambrunas".
Además hace una larga lista de escritores que podrían haber estado incluidos en dichas 'categoría':
"-Neruda es caviar, Picasso era caviar, Antonio Machado también, García Márquez también, Umberto Eco además era caviar..."
"Conozco conservadores respetabilísimos. Pero son nua minoría perseguida. La mayoría no ha aprendido la lección y ha vuelto a las peores andadas. Esta mayoría es la derecha pura y dura", agrega.
Finalmente reflexiona: "Ser caviar no tiene nada de malo. Vivir esforzadamente bien y querer que todos los seres humanos sean dignos de esos estándares no es algo que deba avergonzar a nadie. Lo vergonzante es darse la gran vida y estar en una cetácea sobremesa donde el tema crucial es cómo hacer negocios rápidos con los chinos".
"Caviar del Perú: abandonen su discreción, griten su membresía, sorprendan a quienes los odian. En una palabra: ¡uníos!", culmina en su columna del semanario 'Hildebrandt en sus trece'.

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